Hace poco una persona muy cercana, en son de broma, despreció mi gusto por no ver solamente películas “caletas”, sino también películas de cartelera. Este amigo, a quien aprecio bastante, recientemente llevó un curso de cine por lo que se sentía conocedor del tema. Esto me llevó a reflexionar sobre dos asuntos:
En primer lugar, acerca de los planteamientos de Portocarrero et al (2010), quien separa a grandes rasgos las producciones cinematográficas en cine-arte y en cine-show. El primero, considerado por mi amigo como “caleta”, deconstruye sentidos comunes, desvela injusticias soterradas, muestra distintos modos de sociabilidad e invita a la reflexión crítica de la situación presente. El segundo, está destinado a entretener a las grandes mayorías, llevarlas por un vértigo de sensaciones con historias de pulso imparable y grandilocuentes efectos especiales. No obstante, en estos films también se cristalizan potentes mandatos sociales acerca de los más diversos ámbitos de la vida diaria: relaciones de pareja, actitudes ante la familia, frente al trabajo, horizontes de vida, religión, e inclusive —yendo a un ámbito macro— relaciones geopolíticas, entre muchas otras cosas más. En este sentido, el cine-show, al ser masivo, constituye un interesantísimo objeto de estudio para entender el modo cómo millones de personas construyen su individualidad, sus actitudes y posturas frente a la vida. Es preciso acotar que esta relación no va en un solo sentido, es recíproca, pues las personas y sus vidas, al mismo tiempo, moldean lo que vemos en el cine masivo (es obvio que diferentes actores económicos y políticos influyen en lo que es mostrado en pantallas, pero ellos no entran en el presente análisis).
En segundo lugar, y para terminar, volviendo al amigo que impulsó esta reflexión y que estudia Ciencias Sociales; debo decir que usualmente me molesta el aire de “eruditos” que muchos estudiantes y profesores se arrogan. Considero más provechosa una actitud de humildad, siguiendo de algún modo a Sócrates, quien, como sabemos, decía que solo sabía que nada sabía. Este es el quid del asunto y la postura más productiva, pues impulsa constantemente el “conocer más”; sin quedarnos en la fanfarronería de alardear que sabemos mucho, cuando en realidad sabemos poco.
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PORTOCARRERO, Gonzalo
2010 Figuraciones del mundo juvenil en el mundo contemporáneo. Lima: CISEPA.